'Pádel, pádel... y más padel', por Guillermo Sanz

A mí, me empezó a
gustar al pádel por qué veía como jugaba mi padre. Siempre que mi padre iba a
ir a algún torneo de pádel, le decía que me avisara para ir a verle. Y cuando a
veces terminaba el partido y no venía nadie a la pista, nos poníamos los dos a
jugar un rato, hasta que nos cansásemos o que otras personas vinieran por qué
habían alquilado la pista.

La primera vez
que fui a clases de pádel, -con David- fue hace un año y medio; siempre
teníamos pádel los sábados por la mañana, una hora y media. Pasó un año hasta
llegar al verano. Para volver a empezar las clases nos teníamos que volver a apuntar. Yo como me
fui a apuntar un poquillo más tarde, no me quedaron plazas. Ahí es cuando, a
las 2 o 3 semanas hubo alguien que se cambió a otra clase. La clase en la que
entré, estaba otro amigo llamado Rubén. En total, en la clase, éramos 4: Rubén,
dos niños que no conocía (Marcos y David) y yo. Desde que me apunté a esa clase
(en Octubre) sigo acudiendo a ella y .Hasta que otra vez después del verano,
nos tengamos que cambiar. Aunque también, igual que en la anterior, eran los
sábados 1 hora y media.
Ahora después de
una explicación de cómo es mi vida respecto al pádel, voy a empezar a explicar
lo que venía a explicar.
Lo que os quiero
contar es algo sobre un torneo de pádel, un torneo de un pabellón de pádel que
hay en Rivas. En el torneo, mi pareja era Rubén, con el que voy a las clases.
Entre los que conocíamos del torneo, estaban Valeria y Ángel. Aunque bueno, vi
a alguien que me resultaba familiar, y cuando le vi con la sudadera del
Tajamar, se me encendió el chip. Era un chico llamado Manuel de 5º A, yo al
principio no sabía su nombre, pero al día siguiente en el cole, me lo dijeron.


'Pádel, pádel... y más padel', por Guillermo Sanz
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